Europa ante su espejo, tragedia en tres actos (parte I)

Corresponsalía del Colectivo paz, pan y tierra, Bakea ogia eta lurra taldea.

La ciudad el Amor y de la Luz ha sido atacada. Los yihadistas franceses llevaron a cabo un ataque coordinado sobre población civil en la gran metrópoli europea, asesinando a 130 personas, en su mayoría jóvenes que se divertían en salas de conciertos, bares y restaurantes. Una de las explosiones, cercana al estadio de fútbol donde se enfrentaban Francia – Alemania, generó la reacción internacional del mundo deportivo que amplificó el rechazo a la matanza.

Los atentados de París han convulsionado a Occidente, horrorizado ante la vulnerabilidad de un entorno supuestamente seguro. Aquí duelen los muertos según estén a un lado o a otro de la línea que separa la pobreza mundial de la minúscula isla privilegiada en que se ha convertido Europa. Porque por citar sólo un caso, ¿alguien recuerda en qué país africano fueron asesinadas en abril, 147 personas, la mayoría jóvenes estudiantes de la Universidad de Garissa, por el grupo yihadista somalí Al Shabab vinculado a Al Kaeda?

A pesar de las muchas tragedias, el cuerno sagrado de la abundancia sigue derramando espejismos de riqueza “bien distribuida” en Europa, hasta tal punto, que ni siquiera el miedo ha hecho mella en las fiestas consumistas por excelencia en este fin de año verdaderamente nefasto. Pervertido el sentido original de la Navidad cristiana, olvidamos fácilmente a nuestros semejantes, un millón de seres humanos- 25% niños- que esperan un futuro mejor a las puertas de Europa, detrás de muros y alambradas levantados tan rápidamente que se han adelantado incluso a la llegada del invierno, como regalo de bienvenida.

Los olvidados, ya no son noticia, sólo un estorbo en fechas tan señaladas, un problema sin resolver. La Unión Europea ha ofrecido en el colmo de la hipocresía burguesa 3000 millones de euros al mafioso presidente turco para que se haga cargo de su incómodo problema. Tampoco son noticia ya las más de 4000 personas ahogadas en aguas del Mediterráneo oriental sólo en este año, y las que siguen muriendo, entre ellos el niño Aylan, y centenares de pequeños inocentes como él. En un día como hoy, ocupa las portadas de los periódicos una gran noticia: la palabra refugiado ha sido elegida palabra del año 2015 por la Fundación del Español Urgente promovida por la Agencia EFE y el BBVA, en dura competencia con otras 12, como trolear, zasca, clictivismo o despatarre.

El limosneo televisivo coopta las mentes con concursos y tómbolas navideñas. El mejor marketing publicitario de las grandes empresas “solidarias” es la visión complaciente de la desgracia ajena que contribuyen a crear, cuando el altar de las ofrendas se aleja de un humilde pesebre o de una pobre patera, y el oro, el incienso y la mirra se entregan al único dios material en el que cree el mundo incivilizado, el Beneficio, que llamaríamos codicia si hubiera algo de ética en el mercado globalizado. Pero no se aflija usted por este apocalipsis cotidiano, “ponga 10 euros en una cuenta de cualquier ONG y el mundo cambiará, no pierda la esperanza”

El esperpento de Europa reflejado en los espejos cóncavos y convexos del Callejón del Gato que inmortalizara Valle Inclán, se convierte en la mueca grotesca que intenta ocultar una tragedia diaria y a la vez universal, una tragedia que aquí desarrollamos en tres actos.

vita-notturna-parigi-BataclanActo I – El miedo, instrumento de dominación

La consternación y el shock por los atentados, el “Je suis Paris”, dio paso a la expresión de un miedo colectivo de rápido contagio, bien aprovechado como instrumento de dominación social por los gestores políticos del capital globalizado, el gobierno francés en este caso, que utilizando símbolos como la Marsellesa y el lema Liberté, egalité, fraternité, consiguió debilitar el espíritu crítico de una sociedad fuertemente conmocionada. Navegando Francia a la deriva entre el chovinismo y la xenofobia, Hollande se presentó entre ujieres uniformados con plumaje dieciochesco ante la Asamblea Nacional, y extendiendo el brazo, puso el pulgar boca abajo: Alea iacta est, y con este gesto imperial, declaró la guerra al Estado Islámico entre aplausos del gallinero político.

La guerra incluye, en la práctica, el estado de excepción permanente: controles policiales, espionaje, registros, prohibiciones, limitación de la libertad de expresión y reunión en suelo nacional, control de fronteras europeas, bombardeos en Siria, mantenimiento de la actuación neocolonial de la legión Extranjera en varios países africanos donde las fuerzas especiales de paracaidistas actúan violentamente desde hace décadas, y gobierne quien gobierne.

Echando más leña al fuego, el ambicioso delfín Manuel Valls advirtió del peligro de armas químicas y bacteriológicas en futuros ataques. El temido enemigo a batir tiene un gran número de franceses en sus filas, que han golpeado a Francia precisamente en su corazón. Las medidas que se están tomando, azuzadas por los medios de propaganda mediante imágenes patrióticas “espontáneas” de unidad entre las instituciones y la población, recortan libertades con el beneplácito de los ciudadanos. Lo que todo francés tiene en la cabeza es “hay que defender nuestro modo de vida”. Este lema ya lo utilizó Bush en Estados Unidos después del atentado a las torres gemelas y al Pentágono. Los medios de comunicación europeos se encargan de poner altavoz a la consigna “Es la guerra de la civilización contra la barbarie”.

Pero la escenificación del poderío galo no ha bastado, y finalmente el espejo deformante muestra tal cual es el rostro de los farsantes: en las elecciones regionales el partido socialdemócrata de Hollande, ordenó la retirada de algunas de sus candidaturas “socialistas” y llamó a votar con urgencia nacional a la Derecha de Sarkozy para parar el avance de la extrema derecha de Le Pen.

Entre espejos convexos y cóncavos, las ratas corren por la penumbra de un callejón sin salida, y la Izquierda francesa se metamorfosea en derecha en nombre de la patria, como en un cuento de Kafka, convertida en un enorme escarabajo moribundo que entre estertores aplasta a la clase obrera que le dio el ser. Malos tiempos para la libertad… y para la lírica, como cantaba el grupo gallego Golpes Bajos.

(Continúa…)