Nuestra Historia FLN: Tercera entrega.

Publicado en Nepantla No. 6,
22 de julio de 1979

Las tareas tendientes al establecimiento del núcleo guerrillero se desarrollaban aceleradamente en aquel año de 1971.

La infinidad de equipos y materiales necesarios para tal fin, hacía que el trabajo en las redes urbanas mantuviera un ritmo que, paradójicamente, generaba un entusiasmo que ahuyentaba la fatiga.

Como parte de este tren de actividades, la constante entrada y salida de varios vehículos en nuestra casa de seguridad de la zona norte, aunada al hecho de que en ella habitaban únicamente hombres (pues aún no había mujeres como militantes profesionales), dio lugar a que unos vecinos fisgones notificaran a la policía opresora sobre “movimientos extraños” en esa casa. Los resultados fueron los acontecimientos del 19 de julio de los cuales ofrecemos un pormenor en la columna “testimonio” de este periódico. Aquí, nos limitaremos a señalar que ese primer enfrentamiento con las fuerzas represivas puso a éstas en conocimiento de nuestra existencia como organización, enseñándoles también que, si bien no buscábamos -todavía- esos encuentros, cuando se produjeran, habrían de encontrar las balas como contestación a sus propuestas de rendición.

Por otra parte, el habernos descubierto los polizontes, hizo necesaria la incorporación de nuevos militantes de tiempo completo, por lo que nuestro número aumentó a más de una veintena. La cantidad de militantes urbanos también se incrementó, llegando aproximadamente al medio centenar.

Sin embargo, entonces, como ahora, el énfasis principal se hacía en la calidad, no en la cantidad de los militantes. Un militante modesto y sencillo dispuesto a consagrarse a la liberación de su pueblo, vale más que una docena de arrojados parlanchines dispuestos solo a “platicar” la revolución, pero no a llevarla a cabo.

Este crecimiento de los militantes trajo aparejado un aumento en los ingresos económicos, lo que permitió afrontar mayores gastos. Los criterios generales para estas erogaciones, siguen siendo válidos: en primer término está la seguridad de la organización y sus bienes, y en último lugar las necesidades personales de los militantes. Armas, parque, casas, vehículos, radios, documentos, etc. representan gastos elevados, ciertamente; pero el querer escatimar dinero cuando no es lo correcto, puede traer serias consecuencias para la seguridad de la organización. Por eso, nuestro Co. responsable señaló como ejemplar la conducta de los Cos. Mateo y Pepe, puesto que, a pesar de haberse perdido valioso armamento, la seguridad se salvaguardó y el enemigo no pudo golpearnos.

Es más, pocos meses después de aquél enfrentamiento, se habían conseguido más pistolas, rifles, carabinas y subametralladoras, con las que nuestro armamento llegaba a 30 armas cortas, 30 de alto poder y unas 20,000 balas de diversos calibres.

Ya para entonces contábamos con 6 vehículos propios, que aumentaban la seguridad de los viajes y movimientos de nuestros compañeros. Había 7 casas de seguridad, una de ellas destinada sólo a los compañeros de la Dirección y, lógicamente conocida únicamente por ellos.

La afluencia de compañeras a las filas de los profesionales di lugar a que el número de matrimonios creciera (sin explosión demográfica, por supuesto) fortaleciéndose así la organización. En esa época había ya 6 revolucionarias profesionales.

Uno de los avances más importantes fue conseguir un rancho en las inmediaciones de la futura zona de operaciones. Enclavado en la serranía, alejado de vecinos inoportunos, sería la base ideal para el entrenamiento de los guerrilleros, lo que tendría lugar al año siguiente.

En 1971, la Dirección Nacional de las F.L.N. emitió un comunicado analizando el enfrentamiento del 19 de junio; uno más explicando la entonces “nueva” política de Echeverría y, finalmente, otro dedicado al Guerrillero Heróico, Cdte. Che Guevara, analizando su tesis del carácter continental de la revolución.

Además, se reprodujo un libro vietnamita: “Sobre el problema de la Guerra y la Paz”, cuyas claras posiciones sobre el chantaje nuclear imperialista, la actitud socialista ante la posibilidad de una nueva contienda mundial, etc. lo han hecho muy útil para la formación política de nuestros militantes. Y en lo que toca al aspecto militar, se tradujeron y reprodujeron algunos manuales del ejército imperialista, para capacitarnos en el conocimiento de los equipos y armamentos que los yanquis venden a las fuerzas represivas del gobierno dependiente mexicano.