Febrero: Determinación y conciencia

“Por tus hechos te conoceré… “

Refrán popular

El mes de febrero es para
nosotras y nosotros, desde la pequeña historia de los primeros 50
años de nuestra herencia, un mes de acontecimientos que podemos
determinar como tristes.

En febrero de 1969 los primeros compañeros partieron de nuestra Casa, ubicada en Apodaca y que entonces era sólo un rancho alejado de la Ciudad, hacia la Selva Lacandona. Ese era el punto de reunión para iniciar lo que se vislumbraba como un largo camino. Pronto se enfrentaron a severas dificultades, pero no se amilanaron ni rindieron, por el contrario, reforzaron su trabajo con conciencia y el 6 de agosto de ese mismo año nacieron ya las FLN.

Los hechos, la praxis, se
desarrollan vertiginosamente; los años son como minutos. Nuestros
compañeros fueron descubiertos, perseguidos, insultados,
calumniados, y en medio del terror que vivía nuestro pueblo producto
de la represión oficial, la organización siguió la misma ruta de
trabajos en silencio, convenciendo, creciendo.

En febrero
14 de 1974 y en las semanas siguientes, se sufrió la dolorosa
pérdida de nuestros primeros compañeros, varios de los cuales
continúan desaparecidos. En medio de la tristeza y la represión,
los trabajos de la organización continuaron. Esos hechos obligaron a
que quienes habían decidido entregar su esfuerzo vital al proceso de
liberación de nuestra madre patria, aceraran su determinación y
conciencia. Un año después, el 7 de febrero de 1975, murieron 2
queridos compañeros encargados de la Dirección Nacional. Una vez
más, el triste carácter de este mes marcó la historia de las FLN,
pero los trabajos para encontrar de nuevo los caminos iniciados en la
Selva continuaron: nada se detuvo.

En esas
difíciles circunstancias, dos años después en febrero de 1977,
nuestro compañero responsable Alfredo murió en la Selva por no
contar con los servicios médicos necesarios para atender una trágica
herida. Ante la dura realidad, con un enemigo tan grande como lo es
el imperialismo, en un entorno tan abrumador como lo es la selva y
con tantas limitaciones organizativas, algunos se rindieron y se
fueron. Pero los trabajos continuaron con los pocos que quedaron:
nada se detuvo, se gestaron nuevos planes para llenar con redoblados
esfuerzos los patentes vacíos y poder ascender sobre la misma ruta.
Se privilegió el trabajo político, seguido del trabajo militar, y
los resultados no se hicieron esperar: los reclutamientos se
aceleraron, tanto en las ciudades como en las áreas rurales, pues
nuestro pueblo tiene tradición de lucha y ha acudido siempre en la
historia a los llamados para quebrar cadenas. Crecieron las Fuerzas
de Liberación Nacional, y en su seno se formó un ejército que al
cabo de diez años de su fundación declaró la guerra a un gobierno
federal usurpador y tirano. Un año después en febrero de 1995, por
la delación de un Subcomandante desertor, perdonado por el amiguismo
del mando militar que lo exoneró de graves omisiones, el ejército
enemigo, enterado de todos los planes y la ubicación exacta de los
pueblos que se habían levantado en armas, dio un fuerte golpe a las
FLN.

Hoy nos toca en febrero de
2019, desde la Casa de Todas y Todos, dar a conocer a ustedes un
triste suceso ocurrido a nuestras compañeras de la Asociación
Mexicana de Mujeres.

Durante del Encuentro de
Mujeres “Compañera Lucha” celebrado los días 10 y 11 de
Noviembre en el noreste de nuestro país, donde participaron
compañeras de la Selva junto con mujeres de la Ciudad, se decidió
la invitación a compañeras universitarias a que asistieran a su
comunidad en medio de la selva; se aprovechó su estancia por unos
cuantos días para impartir cursos de higiene mediante la fabricación
de jabones medicinales y salud sexual. Además ofrecieron también
invitar a un maestro en Artes Marciales Mixtas para que enseñase a
los jóvenes y niños la iniciación a dicho deporte.

Ese curso
deportivo fue dedicado a la memoria del Cro. Subcomandante Insurgente
Pedro, que murió luchando el 1º de enero de 1994. Él, que formó
su conciencia y determinación en varios de estos altibajos
organizativos de las Fuerzas de Liberación Nacional, practicaba
artes marciales y las promovía en los ejercicios diarios en los
campamentos de la Selva, como el gran formador de combatientes que
siempre fue. Todo se llevó a cabo con absoluto respeto a los
habitantes del poblado, y en tanto fue una actividad pública, todos
los pueblos cercanos fueron invitados a participar y acudieron
gustosos a estas actividades de fin de año.

Todo
transcurría sin inconveniente, hasta que a las 02:30 de la madrugada
del día 2 de enero, llegó a la comunidad una columna de
aproximadamente 86 hombres encapuchados, que dijeron pertenecer al
EZLN pero que en su mayoría no pertenecían a la misma comunidad,
portando bastones y buscando a las compañeras en la casa del
compañero que les hospedó, con la intención de correrlas de la
comunidad que las había invitado. Ante la prepotencia y la cerrazón,
sin más argumento que la fuerza, ellas decidieron irse para evitar
enfrentamiento entre los desconocidos y los habitantes del poblado,
que en todo momento defendieron su presencia ahí y las acompañaron
en todo el trayecto hasta otra comunidad donde estuvieron a salvo.

Desde luego, las compañeras y compañeros no van a llevar al Ministerio Público ésta denuncia, pues no consideran ético involucrar a instancias de gobierno en los asuntos de las comunidades.

Sin embargo, si se decidió hacer la denuncia a través del Observatorio Mexicano de Derechos Humanos A.C, http://derechoshumanosmexico.org/denunciachiapas. y hacerla pública a la sociedad en general pues de no hacerlo seríamos cómplices de ésta grave situación, violatoria de los derechos humanos de la comunidad en cuestión y de las personas voluntarias que previo acuerdo con su asamblea, acudieron ahí a realizar actividades que, cabe decir, nunca pusieron en riesgo la seguridad de la población pues consistieron en actividades deportivas públicas, abiertas y legales.

Aproximadamente 50 personas,
hombres, mujeres, infantes y personas de edad avanzada, fueron
testigos de la agresión cometida por el Teniente Coronel Federico
del EZLN, quien acompañado por aproximadamente 86 milicianos a su
mando, uniformados, con pasamontañas y con “bastones”
rodearon a los testigos y actuaron en contra de las 3 personas de la
sociedad civil y del dueño de la casa que dio hospedaje, a quien
tienen bajo amenaza. Ellas y ellos nos han dejado en claro que sus
necesidades básicas en materia de salud y educación no han sido
mínimamente resueltas por las instancias autónomas que dicen
ejercer un “buen gobierno”. Mujeres y hombres de treinta
años, que fueron niños durante el levantamiento de 1994 no saben
leer ni escribir -y esto incluye a sus hijas e hijos- pues desde 1995
no ha habido maestro en su comunidad, una de las primeras en hacer
suyo el proyecto de lucha del EZLN, esa organización
político-militar que hoy bloquea sus esfuerzos por superar estas
trágicas condiciones de vida sin salud, sin vivienda digna, sin
educación, oprimidos por la pobreza y el trabajo precario.

Pensamos que esta agresión
vino de compañeros que desconocen o niegan la historia de su pueblo,
de quienes no entienden que nuestro trabajo es esforzarnos para que
esta historia no se desvanezca: ¿Qué historia? La que afirma en los
hechos que la determinación y la conciencia es el fundamento
necesario para transformar las condiciones de vida de nuestros
pueblos; la que respeta las decisiones de lucha y trabajo de las
comunidades; la que nunca engañó a los pueblos con victorias
rápidas, candidaturas y ensueños electoreros.

Así, con
tristeza que nos embarga más no nos detiene, en este febrero hacemos
público que en este caso, como en el de la tía Amalia, el EZLN ha
actuado con la cerrazón y el autoritarismo digno de un rancio
cacicazgo, contraviniendo varios de sus más elementales principios,
como aquél que dice: Aquí el pueblo manda y el gobierno obedece; o
aquél otro tan elocuentemente negado: Por un mundo donde quepan
muchos mundos. Ante esto, repetimos con la claridad con la que
nuestros compañeros de la comunidad lo afirman a diario: ellos no
son nuestro enemigo. En este nuevo triste febrero, reiteramos que
nunca hemos dejado solos ni a los compañeros, ni a los pueblos que
se sumaron a nuestro llamado hace ya 50 años. Cuentan con nuestro
apoyo solidario.

Nuestro compromiso fue y será
estar siempre cerca de nuestro pueblo, por eso, en este cincuenta
aniversario decimos nuevamente ¡YA BASTA!, ¡techo, tierra y
trabajo para todas y todos!. Nada ni nadie nos detendrá.

¡Vivir por la patria! o ¡Morir por la libertad!

Grupo editorial de la Casa de todas y todos.